lunes, 22 de abril de 2013

Una Aproximación a la Idea del Ministerio Ordenado en las Cartas de san Pablo

Una Aproximación a la Idea del Ministerio Ordenado en las Cartas de san Pablo

Por: Johnnathan Giménez S.J

En las cartas Pastorales de Pablo se percibe un desarrollo de la idea ministerial en la naciente Iglesia; podríamos preguntarnos; ¿Cuáles son los elementos que conforman ese desarrollo? ¿Qué citas en las cartas de Pablo pueden dar basamento a este desarrollo? ¿Cuál es la relación que puede observarse entre Tradición, Revelación, Carisma e Institución? ¿Cuál es papel que juega la Iglesia-Comunidad en el establecimiento de la concepción y designación de agentes ministeriales, citas que sirvan de basamento a este elemento?




Las cartas pastorales  en la tradición Paulina son el reflejo de la situación de la iglesia a finales del siglo I. Son cartas donde se evidencia las nuevas formas en las que se va gestando - trasformando  la Iglesia, en particular el ministerio eclesiástico, debe ser considerado como una transformación histórica de la iglesia paulina bajo la urgencia de nuevas situaciones post-paulinas, esto es el horizonte desde donde debe ser abordado el tema.


Uno de los primeros elementos que parecen más claros y que llaman mayormente la atención, es el hecho de que se percibe una especie de ruptura con lo anterior (ver Romanos 15). Si bien es cierto que algunos críticos hacen ver a las primeras comunidades como alérgicas a todo lo que representa la “antigua ley” y todos sus elementos constitutivos; templo, culto, sacerdotes, etc. Considero que es importante no llevar al extremo esta posible actitud. Hay que considerar que los acontecimientos se van dando gradualmente, en efecto con cierta rapidez pero no de forma tajante.

Otro de los elementos que debe ser destacado es el carácter testimonial del sujeto cristiano. En (Hch 2,32) podemos encontrar una clara y determinada función del testigo; es testigo de la Buena Nueva, de la Resurrección.

Como habíamos señalado anteriormente, la trasformación de la Iglesia, y en ella el ministerio eclesial, responde a situaciones que se van presentando en su desarrollo histórico. En tal sentido, en la misma obra de Pablo pueden diferenciarse dos niveles de lo que podríamos llamar una acentuación en cuanto a la insistencia del mensaje; por ejemplo; hay que partir del concepto de Iglesia que se maneja, en primer lugar, es una Iglesia que está siendo construida por los testigos y resalta el modo de comportarse (vivir) (1ra Timoteo 3,15) lo que resalta Pablo es la conservación de la verdad, por parte de los testigos. Texto que se encuentra en consonancia con (1ra Cor 3,9-17) Pablo como arquitecto y los demás como constructores. Ahora bien, en paralelismo con los textos anteriores en la (2da de Timoteo 2,19) aparece la Iglesia como construida, marcada con el doble sello que son la verdad y la fe como lo que posibilitaría una doctrina sacra (sana) y recta, libre de errores y mal interpretaciones.

En cuanto a lo relacionado a los binomios: Tradición-Revelación y Carisma-institución.


En primer lugar debemos situarnos ante lo que erróneamente puede interpretarse como Tradición, existe el peligro de que se entienda como algo que se dio, algo que está en el pasado, que es historia. Como también es el caso de la Revelación, Cristo es el acontecimiento definitivo de su Revelación. Son dos aspectos que no pueden quedar paralizados en la historia porque su razón de ser es la dínamis, es algo que solamente puede ser aconteciendo, ser siendo.

En el caso del binomio Carisma institución debe remarcarse nuevamente que, en primer lugar no se puede entender como dos elementos separados o rivalizando en medio de una realidad. Son elementos constitutivos de una misma realidad. En el caso de lo que nos presentas las cartas apostólicas, la iglesia se va convirtiendo en institución, es decir se va dando un proceso de institucionalización del carisma, y es aquí donde está el segundo punto, es una realidad que responde a una situación histórica. Lo importante en este punto es resaltar que cuando hablamos de institucionalización de la Iglesia no puede entenderse como una traición al carisma recibido porque la institución debe constantemente reinterpretar el carisma. Creo que nos queda un largo camino para poder ver con claridad este punto. 

En cuanto al papel de las comunidades-Iglesia en el establecimiento de la concepción y designación de agentes ministeriales, habría que clarificar primero que el servicio (o lo que tendemos a llamar por vocación) no es un hecho privado, individual, es un acontecimiento que se da en y para el servicio de la comunidad.

Para comenzar con el segundo punto nos servimos de los datos que nos ofrecen las cartas sobre el papel de las comunidades, los ministros y sus funciones. En primer lugar está la persona de  Timoteo a quien encontramos por vez primera en (1ra tesalonicenses 3, 2) donde se le muestra como un “colaborador de Pablo”, Pablo es consciente de las dificultades que tiene para llevar adelante su misión, su ministerio. Cuál es entonces el ministerio de Timoteo: en animar yendo a visitar las comunidades.  Vemos reflejado entonces que ante la imposibilidad de Pablo, envía a Timoteo. Cuáles son los elementos que constituyen el ministerio de Timoteo, más detalladamente: afianzar y dar ánimo en primer lugar,  y en segundo lugar en dar fe para que no vacilen en las atribulaciones y en tercer lugar también el encargo de corregir.  Por ejemplo el ministerio que lleva a cargo en Éfeso es cuidar a los hermanos de dejarse  enseñar doctrinas extrañas.  En (1ra Timoteo 1,3-4), Pablo específica el carácter de autoridad con que envía a Timoteo a la comunidad de Éfeso, tratar de que sean fieles al plan de Dios, pero con caridad, no autoritario.

 En capítulo 3, 1 y ss. Habla de quien aspira llevar el ministerio del episcopado,  y ofrece una serie de elementos que configurarían a este servidor. Lo que debe ser resaltado es que hay peligro de desvío de la sana doctrina porque la figura de la persona de Jesús comienza a hacerse lejana.

El papel “discerniente” de la Comunidad.


En el mismo capítulo de (1ra de Timoteo 3, 8-10), se hace referencia al papel de los diáconos, expresando también una serie de cualidades de vida, pero sobre remarcando lo relacionado con una conciencia limpia del misterio de la fe.  En este punto es necesario car en la cuenta que los criterios que ofrece Pablo, tanto al aspirante a epíscopo y a diácono, no lo hace a título particular, es decir no se los dice a los individuos que aspiran ejercer ese ministerio, se lo dice es a la comunidad, para que tengan criterios desde donde discernir a quien deleguen en esos ministerios, esto es esencial.

Para concluir, quisiera resaltar este último aspecto, es la comunidad la que está invitada a discernir donde se manifiesta el Espíritu. Quien ejerce el ministerio eclesial no puede verse como “separado” de la comunidad, no puede concebirse sin la comunidad y la comunidad no puede concebirse sin delegar estas funciones. Sería importante para nuestra reflexión hoy día, preguntarnos, exigirnos y estructurar formas en las que se expresen los carismas como parte de la misma Iglesia, es decir, que las funciones ministeriales, en este caso las eclesiásticas, no están por encima de los demás carismas y ministerios, sino que ejercen la función de guiar, cuidar y potenciar los dones particulares que son los que continúan construyendo la Iglesia, llevándola a la comunión con el Padre en Cristo por el Espíritu.


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