Una Aproximación a la Idea del Ministerio Ordenado en las Cartas de san Pablo
Por: Johnnathan Giménez S.J
En las cartas Pastorales de Pablo se percibe un
desarrollo de la idea ministerial en la naciente Iglesia; podríamos preguntarnos; ¿Cuáles son los
elementos que conforman ese desarrollo? ¿Qué citas en las cartas de Pablo pueden
dar basamento a este desarrollo? ¿Cuál es la relación que puede observarse
entre Tradición, Revelación, Carisma e Institución? ¿Cuál es papel que juega la
Iglesia-Comunidad en el establecimiento de la concepción y designación de
agentes ministeriales, citas que sirvan de basamento a este elemento?
Las cartas
pastorales en la tradición Paulina son
el reflejo de la situación de la iglesia a finales del siglo I. Son cartas
donde se evidencia las nuevas formas en las que se va gestando -
trasformando la Iglesia, en particular
el ministerio eclesiástico, debe ser considerado como una transformación
histórica de la iglesia paulina bajo la urgencia de nuevas situaciones
post-paulinas, esto es el horizonte desde donde debe ser abordado el tema.
Uno de los primeros elementos que parecen más
claros y que llaman mayormente la atención, es el hecho de que se percibe una
especie de ruptura con lo anterior (ver
Romanos 15). Si bien es cierto que algunos críticos hacen ver a las
primeras comunidades como alérgicas a todo lo que representa la “antigua ley” y
todos sus elementos constitutivos; templo, culto, sacerdotes, etc. Considero
que es importante no llevar al extremo esta posible actitud. Hay que considerar
que los acontecimientos se van dando gradualmente, en efecto con cierta rapidez
pero no de forma tajante.
Otro de los elementos que debe ser destacado
es el carácter testimonial del sujeto cristiano. En (Hch 2,32) podemos
encontrar una clara y determinada función del testigo; es testigo de la Buena
Nueva, de la Resurrección.
Como habíamos señalado anteriormente, la
trasformación de la Iglesia, y en ella el ministerio eclesial, responde a
situaciones que se van presentando en su desarrollo histórico. En tal sentido,
en la misma obra de Pablo pueden diferenciarse dos niveles de lo que podríamos
llamar una acentuación en cuanto a la insistencia del mensaje; por ejemplo; hay
que partir del concepto de Iglesia que se maneja, en primer lugar, es una
Iglesia que está siendo construida por los testigos y resalta el modo de
comportarse (vivir) (1ra
Timoteo 3,15) lo que resalta Pablo es la conservación de la verdad,
por parte de los testigos. Texto que se encuentra en consonancia con (1ra Cor 3,9-17) Pablo como arquitecto
y los demás como constructores. Ahora bien, en paralelismo con los textos
anteriores en la (2da de Timoteo 2,19) aparece la Iglesia como construida,
marcada con el doble sello que son la verdad y la fe como lo que posibilitaría
una doctrina sacra (sana) y recta, libre de errores y mal interpretaciones.
En cuanto a lo relacionado a los binomios: Tradición-Revelación y Carisma-institución.
En primer lugar debemos situarnos ante lo que
erróneamente puede interpretarse como Tradición, existe el peligro de que se
entienda como algo que se dio, algo que está en el pasado, que es historia.
Como también es el caso de la Revelación, Cristo es el acontecimiento
definitivo de su Revelación. Son dos aspectos que no pueden quedar paralizados
en la historia porque su razón de ser es la dínamis,
es algo que solamente puede ser aconteciendo, ser siendo.
En el caso del binomio Carisma institución debe
remarcarse nuevamente que, en primer lugar no se puede entender como dos
elementos separados o rivalizando en medio de una realidad. Son elementos
constitutivos de una misma realidad. En el caso de lo que nos presentas las
cartas apostólicas, la iglesia se va convirtiendo en institución, es decir se
va dando un proceso de institucionalización del carisma, y es aquí donde está
el segundo punto, es una realidad que responde a una situación histórica. Lo
importante en este punto es resaltar que cuando hablamos de
institucionalización de la Iglesia no puede entenderse como una traición al
carisma recibido porque la institución debe constantemente reinterpretar el
carisma. Creo que nos queda un largo camino para poder ver con claridad este
punto.
En cuanto al papel de las comunidades-Iglesia en el
establecimiento de la concepción y designación de agentes ministeriales, habría
que clarificar primero que el servicio (o lo que tendemos a llamar por
vocación) no es un hecho privado, individual, es un acontecimiento que se da en
y para el servicio de la comunidad.
Para comenzar con el
segundo punto nos servimos de los datos que nos ofrecen las cartas sobre el
papel de las comunidades, los ministros y sus funciones. En primer lugar está
la persona de Timoteo a quien
encontramos por vez primera en (1ra tesalonicenses 3, 2) donde se le muestra
como un “colaborador de Pablo”, Pablo es consciente de las dificultades que
tiene para llevar adelante su misión, su ministerio. Cuál es entonces el ministerio
de Timoteo: en animar yendo a visitar las comunidades. Vemos reflejado entonces que ante la
imposibilidad de Pablo, envía a Timoteo. Cuáles son los elementos que
constituyen el ministerio de Timoteo, más detalladamente: afianzar y dar ánimo
en primer lugar, y en segundo lugar en
dar fe para que no vacilen en las atribulaciones y en tercer lugar también el
encargo de corregir. Por ejemplo el
ministerio que lleva a cargo en Éfeso es cuidar a los hermanos de dejarse enseñar doctrinas extrañas. En (1ra Timoteo 1,3-4), Pablo específica el
carácter de autoridad con que envía a Timoteo a la comunidad de Éfeso, tratar
de que sean fieles al plan de Dios, pero con caridad, no autoritario.
En capítulo 3, 1 y ss. Habla de quien aspira
llevar el ministerio del episcopado, y
ofrece una serie de elementos que configurarían a este servidor. Lo que debe
ser resaltado es que hay peligro de desvío de la sana doctrina porque la figura
de la persona de Jesús comienza a hacerse lejana.
El papel “discerniente” de la Comunidad.
En el mismo capítulo de
(1ra de Timoteo 3, 8-10), se hace referencia al papel de los diáconos,
expresando también una serie de cualidades de vida, pero sobre remarcando lo
relacionado con una conciencia limpia del misterio de la fe. En este punto es necesario car en la cuenta
que los criterios que ofrece Pablo, tanto al aspirante a epíscopo y a diácono,
no lo hace a título particular, es decir no se los dice a los individuos que
aspiran ejercer ese ministerio, se lo dice es a la comunidad, para que tengan
criterios desde donde discernir a quien deleguen en esos ministerios, esto es
esencial.
Para concluir, quisiera
resaltar este último aspecto, es la comunidad la que está invitada a discernir
donde se manifiesta el Espíritu. Quien ejerce el ministerio eclesial no puede
verse como “separado” de la comunidad, no puede concebirse sin la comunidad y
la comunidad no puede concebirse sin delegar estas funciones. Sería importante
para nuestra reflexión hoy día, preguntarnos, exigirnos y estructurar formas en
las que se expresen los carismas como parte de la misma Iglesia, es decir, que
las funciones ministeriales, en este caso las eclesiásticas, no están por
encima de los demás carismas y ministerios, sino que ejercen la función de
guiar, cuidar y potenciar los dones particulares que son los que continúan
construyendo la Iglesia, llevándola a la comunión con el Padre en Cristo por el
Espíritu.

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